Este pequeño espacio, escondido como una gota de rocio en la hoja, es la estación de la no estación. El epicentro universal de un corazón sin nombre y sin dueño. Es lo que los sufies denominaban El Maqât la Maqât y los japoneses denominaban como Satori.

Arrodillado ante el arbol y su hechizo indetenible, transcribo aquellos poemas que son para mi inolvidables.
Cada uno me han hecho sentir multitud de sensaciones plenas e indescriptibles a través de la palabra. La primera vez que he leído estos poemas he sentido el desgarro y el gozo del intercambio libre y no espacial con el universo admirable que el poeta me ha ofrecido honestamente. Un intercambio que me consta que es plenamente evocador y transmisible.
Esa es, por ahora, mi única intención, transmitirtela a ti, lector fugaz, lector desconocido pero ya conocido.

Paul Gauguin. Te reroia

El susurro del viento, suspendido.


Tim Buckley-Song to the siren (Album Starsailor, 1970)



viernes, 17 de julio de 2009

Poema 31 del libro "El jardinero" de Rabindranath Tagore

31



Mi corazón, pájaro del desierto, ha encontrado su cielo en tus ojos,
¡En tus ojos, cuna de la aurora, imperio de las estrellas,
cuya profundidad se lleva mis canciones!
¡Deja sólo que me abisme en ese cielo, en esa solitaria inmensidad!
¡Deja sólo que me entre por tus nubes, que se abran mis alas en tu sol!

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