Con un placer inmensurable, con la emoción a flor de piel y el sano orgullo, fruto siempre del verdadero afecto y el cariño indetenible, os doy a conocer a un poeta y hermano.
Jess Lee, creador del instante. La profunda cohesión entre vida y arte, arte como la pura (sencilla) expresión de un corazón en pleno movimiento. Así es Jess Lee, mi hermano. Es indefinible. A un ser humano no se le puede encajonar entre una serie de etiquetas. Con Jess Lee, mi hermano, esas etiquetas son muros de cal, de huesos que todavía no se han terminado de fundir en la tierra o que la tierra rechaza harta ya de tanta corrosión. Pero no, esto no es así, esto lo digo yo. Jess Lee infunde esperanza y estos pequeños poemas sólo son una chispa del vasto incendierario que genera Jess Lee Corrigan al ser conocido en persona.
Ahora eso sí, su poesía es como él: sencilla, humilde, sorprendente... sí, sobre todo sorprendente.
Jess Lee Corrigan, mi hermano, es tan impetuoso y rabioso -una rabia siempre canalizada, eso es fundamental- como unas cataratas imponentes; pero así mismo su poesía es tan mansa, tan suave y delicada, como la bella piel de una hembra desnuda surcada por el aire, su única estructura de invisible carne, piel con piel de instante. Inapresable, una ofrenda.
Eso es el arte para Mi hermano, una ofrenda elejida.
EXISTENCIA
No he conseguido el engaño,
no he conseguido,
ni la vida,
ni la muerte,
tengo tu pie apretando mi pecho,
mi corazon esta en tu seno.
Buscando en lo mas profundo de mi ser,
no puedo hallar el lugar donde existes en mi,
Y sin embargo,
ahi estas,
permaneces,
agrietando un campo que no es tuyo.
Pequeña, delicada, violenta, intima existencia,
busco dentro de tus entrañas,
un motivo para vivir.
Poema escrito por Jess Lee Corrigan.